1 feb 2024

Mono Zabaleta, legado de la abuela paterna

 Por John Acosta

Mientras se revolcaba de dolor para parir  a su hijo, la madre no esperó nunca, en esos momentos de desesperación, que ese bebé la premiaría, ya cuando fuera grande. Lo hizo con un acto sublime que perduraría para siempre. Lo más meritorio fue que sucedió en un mundo machista, pero sobre todo, dentro de un folclore que se hizo famoso por la inspiración de hombres cantándoles a las mujeres. El producto de esa situación agobiante, vivida ese día por la progenitora quejumbrosa, fue capaz de anteponer, para el universo musical, el apellido de su abuela paterna: un honor a la mujer berraca, como su madre.


Y es que si a alguien le preguntan por José Vicente Rosado Murgas (el hijo de José Vicente y de Libia), lo más probable es que no tenga ni la menor idea de quién sea; sin embargo, si a esa misma persona se le pregunta por el Mono Zabaleta, no dudará un instante para responder con acierto: “Es uno de los más famosos cantantes vallenatos que hay en la actualidad”. ¿Fue la intención del hijo agradecer a la madre (por intermedio de su abuela paterna), no sólo por la oportunidad específica de angustia padecida por ella ese 10 de julio de 1983, sino, además, por los nueve meses en que lo acunó con amor en su vientre? Sin duda, eso tuvo que contribuir bastante, cuando se le planteó al joven que debía ponerse el apellido de la mamá de su papá para irrumpir más rápido en la vida artística.


Ambos apellidos tienen peso en el género vallenato, pues sus primos Beto Zabaleta y Elías Rosado son grandes representantes de dos dinastías que le han otorgado muchas satisfacciones a esta tradición musical. ¿Por qué, entonces, el Mono prefirió poner de primero el Zabaleta al Rosado? No es descabellado imaginarse la enorme dicotomía que se planteó entre los asesores del entonces naciente artista, ya que José Vicente, desde niño, no era conocido en su barrio, primero, y en San Diego (su querido pueblo), después, por su nombre de pila, sino por uno que, según la Real Academia Española (RAE), se le dice a una persona “de aspecto agradable por cierto atractivo físico, por su gracia o por su arreglo y cuidado” y que, encima, en Colombia se le pone a alguien que tenga el cabello rubio.


Esa dualidad experimentada por los asesores del joven talento musical tuvo que haber sido más por el color de su pelo: el apellido paterno es, también, “un color que tira a rosa” (de nuevo, la RAE). Es extraño, entonces, que pueda haber un rubio rosado. No había nada qué hacer, el nombre apropiado era Mono Zabaleta.


Su vida pueblerina


San Diego de Las Flores es un municipio del departamento del Cesar, que, según el censo de 2018, tiene 18.531 habitantes. Tanto la misma cabecera municipal, como sus corregimientos, son legendarios hábitat de la música vallenata. Los Tupes y Tocaimo, por mencionar sólo dos de sus centros poblados, son nombres que se han inmortalizado por estar impresos en famosas canciones de este género musical. Los habitantes de estas tierras son conocidos por su amabilidad y espontaneidad para expresarse. Es en este mundo mágico donde nace el Mono Zabaleta.


Y no es difícil verlo, en la reminiscencia de la memoria, caminando por las calles polvorientas de entonces, con sus pantaloncitos cortos, haciéndole un mandado a su mamá en la tienda. O yendo, en invierno, a bañarse al  río Chiriáimo, aprovechando que cogió buena agua: debió haber sido feliz, recochando con sus amiguitos, mientras jugaban La Lleva y El Escondío, que eran los entretenimientos más comunes de estas regiones, antes de que el celular los echara al olvido en medio de la niñez actual.


Por supuesto, el fútbol jugado en la calle, interrumpido por algún carro impertinente que se le ocurrió pasar justo en el momento que se cobraría un córner o un penal, tampoco pudo faltar en su vida de púber acucioso. Es el mismo deporte que pone  a muchos jóvenes a soñar con pertenecer a un equipo de primera que lo catapulte a nivel internacional: de la calle a la cancha del pueblo, de ahí al torneo local; luego,  al intermunicipal. Hasta que el Mono Zabaleta lo interrumpió y se dedicó a la otra pasión que le estremecía el alma: la música.


Sus inicios


Y, mientras todo eso ocurría, tarareaba las canciones vallenatas que escuchaba en las emisoras de Valledupar, cuya señal llegaba con claridad a su pueblo. Se las aprendía todas, las recientes y las antiguas, porque, sin proponérselo, quizás, le iban afinando la voz y le ayudaron a forjar su propio estilo. Es posible que la misma madre que lo vio parir, tenía que regañarlo cuando ya el bigote naciente del hijo le mostraba al joven que debía ir a las parrandas a mostrar su talento. Ya, incluso, era requerido para amenizar fiestas familiares, acompañado de músicos experimentados y adolescentes soñadores como él.


Esas muestras de cariño de su paisanos, esos elogios de quienes disfrutaban de su canto lo llevaron al reconocimiento, no sólo en San Diego de Las Flores, sino también en los pueblos a donde empezó a ir a presentarse en los distintos festivales vallenatos; incluso, compositores y acordeoneros famosos lo llevaban a  participar en ediciones especiales. “Tuvo el honor de ser invitado por Gustavo Calderón y Ever Jimenez, dos reyes de Canción Inédita en el Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar, para que participará en tirajes especiales que se hicieron de sus composiciones, lo mismo sucedió con los Reyes Vallenatos Saúl Lallemand y Juan Carlos Ovalle, todos afirmando que la capacidad vallenata de Zabaleta es excepcional”, se lee en la página web Buenamusica.com.


La fama, al fin


El lanzamiento de su primer álbum musical, en 2007, no fue fácil. Él y su acordeonero de entonces, el también sandiegano Elías Mendoza. Hicieron rifas de bicicletas y televisores, que ellos mismos ofrecían en donde fueran. Lo titularon Verdaderamente. En 2009 graban, ya con Codiscos,  En hora buena; al año siguiente, su tercer álbum: Por encima de todo. Su cuarta producción musical, lanzada el 19 de julio de 2012, es la que lo catapultó al mundo del espectáculo vallenato: La Fórmula, la nombran.


Su unión con el consagrado Juancho De La Espriella, en 2014, lo vuelve un preferido de los medios: prensa, radio y televisión, lo que hace que el trabajo que presentan, en julio de 2015, sea aclamado por el público: Para siempre, se llama. El Mono Zabaleta ha presentado otros álbumes y canciones de los cuales destacan Imborrable, La conquista, En victoria y muchos más. En Valledupar, en medio de una exitosa presentación, lanzó, el pasado viernes 26 de enero, en plena Plaza de la Leyenda Vallenata, su más reciente álbum discográfico, que no podía titular de otra manera: Mono.


La determinación con que suspendió su concierto el domingo 21 de enero de este año, cuando, sobre las 2:30 de la madrugada, hombres armados irrumpieron en plena plaza de Morales, sur de Bolívar, atiborrada de gente que disfrutaban la presentación del Mono Zabaleta, y asesinaron a tres personas, habla bien de su carácter: la misma con que su madre, en medio de los intensos dolores del parto, decidió tener a su hijo aquel 10 de julio de 1983.


(Publicado en el Semanario La Calle el 29 de enero de 2024)


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