Izquierda, Luz Consuelo Martínez Salazar (última compañera de Diomedes Díaz) muestra el Premio Grammy Latino que recibió Diomdes Díaz. Derecha: Emiro Manuel (Mime) Martínez, autor de La enganchá |
La noche en que Franco Mejía se sacó a Toña Martínez de su casa y se voló con ella, a mí me tocó amanecer en Funda (Fundación, la finca de mi familia): allá fue a buscar refugio Franco con su novia (y, desde esa noche, mujer), después de media hora de subida por una trocha pedregosa y polvorienta, desde La Junta (el pueblo del alma) hasta Funda. De manera que había motivos suficientes para que la levantada esa madrugada para la ordeñada de las vacas fuera diferente. Había en el ambiente un aire de incertidumbre por la reacción del papá y de los hermanos de Toña. Lo cierto es que era frecuente que, en esa época, el hombre convenciera a su pretendiente a que se fuera con él bajo el amparo y complicidad de las calles oscuras; sobre todo, si los padres de la joven no eran gustosos del noviazgo. El mismo tío Ito (Manuel Nicolás Acosta Mendoza), a quien Franco fue a pedirle apoyo y amparo, se había sacado así a Carmen Mejía, su señora, hermana de Franco.
En la mañana, después del ordeño y de haber ido yo a sacar
el burro del potrero, ya montado sobre el animal angarillado, con el perol de
leche en la mochila y las yucas en el saco de fique (para llevárselos a la
vieja Aba, mi abuela, a La Junta), tío Ito me miró fijamente y me advirtió: “Si
te encuentras con la gente de Toña en el camino y te preguntan algo, no le
digas nada”; me encontré con ellos, por supuesto. Casimiro Lago (el papá de
Toña) Iba subiendo a pie con algunos de sus hijos por el sitio conocido como “subidita
arenosa”. Al único que no vi entre los hermanos de Toña fue a Cate (Ricaurte
José), el cajero del conjunto vallenato Juventud Juntera (Los JJ), cuyo cantante
estrella era un joven soñador llamado Diomedes Díaz, quien, finalmente, haría
lo mismo con su novia, Patricia Acosta; en cambio, sí iba Mime (Emiro Manuel):
fue el único que no me contestó mi saludo, como los demás. “Opaaaa”, les dije,
que es la forma de saludo más usado en La Junta. Me contestaron con un seco “buenos
días”, menos Mime. Él se limitó a alzarme sus cejas.
No sé a qué acuerdo llegarían esa mañana con Franco allá en
Funda, pues esas eran cosas de adultos y yo aún era un niño. Lo cierto es que
Franco y Toña viven felices en Valledupar, rodeados de nietos y bisnietos. Y de
Mime no vine a saber más sino hasta muchos años después, cuando ya el famoso
cantautor Diomedes Díaz lo lanzara al estrellato al grabarle una canción, que incluyó
en el álbum musical Listo pa la foto, con el que el llamado Cacique de La Junta
se ganara su único Grammy Latino, el 11 de noviembre de 2010. La canción de
Mime, de un tono picaresco, se titula La enganchá y fue un éxito en esa
temporada. Ya Diomedes Díaz le había grabado Mi cariño, en 1976, con el acordeón
de Eberto López, en el álbum Tres canciones (La ventana marroncita).
El festejo del éxito de La enganchá
Ese día me habló, por supuesto, del Grammy. Me contó que a
él le había llegado una carta en donde le decían que su canción, “que estaba en
el álbum Listo pa la foto, había ganado ese premio latino”. Asegura que ese
premio lo entregaron fue por La enganchá. Me contó, además, que le había entregado
otra canción a Diomedes Díaz, que se llamaba El Pajarito: es posible que sea la
misma que El cacique de La Junta cantara una parte en la discoteca Trucupey, de
Barranquilla el 26 de mayo de 2012, cerca de dos años antes de su muerte. Aquí, me cuenta la historia de La enganchá:
Tiene una sola hija. Cuenta que ella no canta ni compone,
como su padre y como su abuelo. “Pa lo único que le gusta la música es pa bailá”,
dice Mime en medio de risas. Seguramente, en unos de esos bailes, ella no se
vuele con su novio, como lo hizo la tía Toña la noche aquella con Franco Mejía.
Publicada en el Semanario La Calle el 25 de noviembre de 2024
Escribir es la magia de su arte, primo John. Muy bien.
ResponderBorrarGracias, mi querido perimo hermano
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