15 de diciembre de 2019: Falleció esta tarde en
Medellín, a sus 93 años, el poeta Antonio Botero Palacio. Tuve la oportunidad de
conocer a un ser maravilloso. Dios lo tenga en su Gloria. Lo Recuerdo con cariño,
admiración y vivo ejemplo
Por Carlos Armando Blanco Botero
“Al final de la inocencia”,
novela autobiográfica, mediante la cual el poeta Antonio Botero Palacio,
personificado en Arturo Bernal, salta a la escena desde su natal Mesopotamia,
tierra labrada a punta de azadón, domada con el hacha de los colonizadores
antioqueños y perfumada con el aroma de las flores que las matronas de esta
raza pujante fueron sembrando en las orillas de los caminos que forjaron la
Antioquia Grande y Altanera.
Supimos cómo Arturo
sobrevivió a las fiebres que estuvieron a punto de llevársele su pierna, de ahí
su “rítmico” andar. También conocimos todo el magno esfuerzo que le permitieron
llegar hasta la Normal de Manizales, y hacerse maestro para siempre, así no
esté frente al pizarrón. Vivió con intensidad y desafío los días de la
violencia que se desató en el país, luego del asesinato del caudillo liberal
Jorge Eliécer Gaitán, a mediados del siglo pasado. Sus relatos nos hablan de
amores y desamores, de fuerte palpitar del corazón. De la ensoñación generada
por el amor.
El dolor del alma y la
tragedia se hacen presentes a través de la madre de
Arturo en Agua de Dios, y todo lo que esta situación representó para su padre y
hermanos. Imborrables imágenes, siempre narradas desde la esencia del ser,
desde lo más profundo de los sentimientos.
Arturo va y viene, se hace
grande, nunca deja de enamorarse. Los avatares de la vida lo vuelven
administrador ganadero y de embarcaciones para movilizar miles de reses por el
río Magdalena. Con italianos conoce la buena mesa de la península.
Gracias “Al final de la
inocencia” conocí la fina pluma de un poeta que ilustra con la exquisitez de
las figuras literarias, una narrativa plena de emotivas acciones, impecable
construcción gramatical, dominio del lenguaje y pulcritud para relatar
situaciones adversas. Se siente el discurrir de las quebradas, siempre hay
aroma de flores y naturaleza viva.
Espero que estas letras
lleguen a su destinario, quien me solicitó un concepto de su obra. Esta mañana,
cuando quise saludarlo, supe que descansa en una clínica por quebrantos de
salud. Ánimo Don Antonio Botero Palacio, queremos seguir compartiendo de su
sabiduría, hágale el quite a San Pedro, así como se lo hizo al enmascarado en
Urrao, una noche memorable.
Dios lo bendiga y proteja siempre. Amén.
Con infinito aprecio, Carlos
Armando Blanco Botero, desde Santa Marta
El señor Botero fue un gran contador de historias. Conocerlo fue una experiencia inolvidable.
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