Por Milena Ortiz Hernández
Tomado de la revista Semana |
En
el bus se escucha la noticia: “Serán sancionados colombianos que ingresaron
alcohol en estadio de Rusia”. Ante esto, una anciana exclama: “Así somos los
colombianos, ¡qué vergüenza!”. No ha terminado de hablar la señora cuando los
pasajeros a su alrededor asienten y respaldan sus palabras.
Mientras
tanto, en el mundo digital se reproduce por doquier el video del colombiano que
—según él, en forma de chiste— insulta a una japonesa; también se ve por ahí a Daneidy
Barrera, mejor conocida como ‘Epa Colombia’, bañándose en la fuente del Museo
del Luvre, en Francia.
Así
es como, con el impulso de los medios de comunicación nacional, se ha generado
un sentimiento común de vergüenza por lo que hicieron unos cuantos colombianos,
de los miles que asistieron al mundial de fútbol en Rusia. Con esto, en el país
se ha reforzado la creencia colectiva de que los colombianos son maleducados,
incultos y siempre buscan la forma de hacer lo malo. Y digo “reforzado” porque
no es algo nuevo, es una percepción que se ha formado y consolidado en el imaginario
del pueblo desde hace un tiempo.
Me
atrevo a decir que se debe, primeramente, a la mala costumbre de hacer popular
los chistes denigrantes y actitudes reprochables de otros; asunto que en épocas
pasadas se daba por medio del voz a voz y hoy en día se ha vuelto mucho más
usual con las redes sociales, donde las publicaciones decentes y positivas
quedan opacadas por aquellas vulgares y que aportan muy poco al desarrollo
social. En segundo lugar, pero no por eso menos importante, se encuentra el rol
de los medios de comunicación, los cuales toman las acciones de personas
particulares, que poseen en común su indecencia y mala educación; las exaltan a
la luz pública y así crean la idea en la sociedad de que esos casos
individuales representan a la población entera. De esta manera, se han encargado
de hacerle eco a esos hechos virales y groseros que circulan en la comunidad.
Como
resultado, queda en el imaginario de los colombianos un concepto negativo de sí
mismos; lo peor es que ha sido generado por ajenos. En otras palabras, es como
si los medios de comunicación le lanzaran a su audiencia el lodo producido por
otros; pero, quienes lo reciben, en vez de sacudirse la mugre, la aceptan como
suya y hasta la replican. En el ámbito cotidiano, esto se evidencia cuando
muchos expresan: “!los colombianos sí somos corronchos, maleducados!”;
atribuyéndose cualidades negativas de otros que, tal vez, ni ellos mismos
posean.
Por
si fuera poco, al colombiano le fascina compararse con los demás países,
siempre exaltando el nivel de cultura e intelectualidad de otros, denigrando el
propio. En el caso del mundial de Rusia, luego del partido contra la selección
de Japón, en las redes sociales no se hicieron esperar los comentarios que
elogiaban a los asiáticos por recoger la basura en el estadio, cuando hubo
colombianos que hicieron lo mismo, pero no llegaron a ser tan exaltados. Esto
también se puede relacionar con la capacidad de nuestra gente de señalar al
prójimo y destacar sólo lo malo, ignorando las bondades que pueden generar un
mejor impacto en los demás.
Si
bien usted, como lector, no tiene la posibilidad de cambiar la agenda
mediática, puede evitar que esta percepción crezca con el simple hecho de no
compartir imágenes o videos que sean en contra de los principios éticos y
morales. Así, tal vez, menos gente intente hacerse famosa por una publicación que
genere vergüenza. También, le invito a que desarrolle un criterio y no trague
entero las noticias que circulan por ahí. En cambio, sacúdase el lodo y, como
bien cita la Biblia en la primera carta a los tesalonicenses: “Examinadlo todo,
retened lo bueno”.
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