¿La facilita, realmente? |
Por John Acosta
El policía
tomó los papeles que me pidió y se fue para detrás de mi automóvil. Pensé que
es la misma actitud que toman siempre para obligar a que uno se baje, llegue
hasta donde están y les ofrezca “la liga”,
que es la forma elegante como llaman al soborno. Jamás he sido partidario de
semejante acto de corrupción. De modo que me quedé dentro del vehículo. A través del retrovisor, lo vi acercarse de
nuevo. Venía erguido, con la actitud desafiante de quien sabe que tiene en sus manos la sentencia
condenatoria. “Este vehículo queda detenido porque tiene una orden de secuestro”,
me espetó sin dilaciones. “¡¿Sííí?!”, pregunté aturdido todavía por la sorpresa.
Entonces, me mostró la orden, que leí desde sus manos: solo vi Bancoomeva y
secuestro, ambas en mayúscula sostenida. Hacía más unos dos meses había saldado toda
la deuda que yo tenía con esa entidad, pero no me iba a poner a discutir eso
con un policía, que, se suponía, ejecutaba una orden judicial. “Bueno, mi
hermano, tómelo, el carro es suyo”, le dije impotente. “No, tiene que
conducirlo hasta un parqueadero que tenemos. Yo me subo a su lado y usted sigue
a mi compañero de la moto”, me contestó el agente.
Facsímil del oficio de secuestro |
Hacía
tres minutos, había llegado yo a ese lugar a reclamar unos exámenes médicos que
debía llevar mañana a una cita con el especialista. Cuando encendí el motor del
automóvil para arrancar, vi por el retrovisor a los dos policías que se acercaban
en una moto. Se detuvieron delante del carro y se bajaron. El que venía de
pasajero se me acercó y me pidió mi cédula de ciudadanía y los papeles del
carro. Con la tranquilidad de quien no debe nada, le entregué lo que me
solicitó.
Cuando
el policía se me sentó a mi lado, arrancamos para seguir a su compañero de la
moto que iba delante de mí. “Agente, hágame el favor de abrocharse el cinturón
de seguridad”, le pedí. “Sí, claro, pero puede seguir mientras lo hago”, me
dijo y se puso a hablar por radio. “No, señor: no sigo hasta que usted se
coloque el cinturón de seguridad”, le repliqué, mientras orillaba el carro y me
detuve. El hombre dejó de hablar por radio y se puso el cinturón. “Muchas gracias”, le dije y arranqué de nuevo
Mi historia en Coomeva
Este era el logo de la cooperativa cuando ingresé |
En
menos de dos meses, cumplo 18 años de estar afiliado a lo que entonces se
conocía como Cooperativa Médica del Valle, Coomeva, que había sido fundada en
Cali el 4 de marzo de 1964, un año y 15 días antes de mi nacimiento, por un
grupo de 27 médicos. “Gradualmente, el
exitoso modelo fue atrayendo más asociados. Primero médicos, luego profesionales
afines y en 1967 abrió el vínculo a todo tipo de profesionales”, se lee en la
breve historia de esta empresa, que viene incluida en su página web.
Luego, cambió a este logo |
“Aunando
una profunda convicción cooperativa a un dinámico sentido emprendedor, Coomeva
fue ampliando sus servicios, su territorio y su base social, hasta constituir
hoy un Grupo Empresarial Cooperativo presente en 1.050 municipios de Colombia.
Los 275 mil asociados se benefician de las 16 empresas que la Cooperativa ha
ido constituyendo en sectores tan diversos como el financiero, la salud, el
aseguramiento y el recreativo”, prosigue la historia. Ingresé como asociado a
Coomeva el 29 de julio de 1999.
En la
Asamblea Ordinaria de Delegados, celebrada en Rionegro, Antioquia, el 4 de
marzo de 1995, se constituyó la creación de Coomeva EPS S. A. Yo, que estaba
afiliado a la EPS del hoy desaparecido Instituto de Seguro Social, me pasé en
1999 a Coomeva EPS, pues quería ser consecuente con mi decisión de asociarme a
la cooperativa. Debo reconocer que en los primeros años en Coomeva EPS gocé de
una excelente atención médica; sin embargo, eso fue desmejorando en forma vertiginosa
hasta convertirse en un calvario para los usuarios. No podía seguir con la irresponsabilidad
de mantener mi familia en las precarias condiciones que últimamente nos
brindaba esta EPS a sus afiliados y hace más de dos años me pasé para Salud
Total; no obstante, sigo asociado a la cooperativa.
En
enero de 2011, se constituyó Bancoomeva e inició servicios al público el 4 de
abril de ese año; es decir, 12 años después de estar yo aportando a Coomeva
como asociado. El socio mayoritario es la Cooperativa Médica del Valle y los Profesionales
de Colombia, con el 94.86% de participación. El resto de accionistas son la
Corporación Coomeva para la Recreación y la Cultura, la Fundación Coomeva, el
Fondo de Empleados de Coomeva, la Equidad Seguros de Vida, la Equidad Seguros
Generales y Fundaequidad: todas ellas creadas con el dinero de la Cooperativa
¿Es mucho decir que el dinero que yo aporté como asociado a la Cooperativa
Médica del Valle, Coomeva, durante 12 años, contribuyó a la constitución de
Bancoomeva? Incluso, también contribuyó para la conformación de las empresas socias minoritarias en el banco. A propósito, ¿cómo nos beneficiamos los asociados de la
Cooperativa Médica del Valle y de los Profesionales de Colombia de las ganancias
anuales de Bancoomeva? Yo no he recibido un solo centavo de eso en estos seis
años que lleva el banco funcionando.
Tocó sacar mis pertenencias del carro, entre ellas, los libros que me sirvieron para el artículo que acababa de escribir sobre los 50 años de publicación de Cien años de soledad |
De
acuerdo a los datos de diciembre de 2012, extraídos de la página web del banco,
los asociados constituimos el 62% de los clientes de Bancoomeva (¡¿clientes
nada más?!), aportamos el 53% de las captaciones y recibimos el 82% de los
créditos. Aquí me encuentro con esta joyita en la misma página: “Efectivamente,
algunos de nuestros accionistas, por la naturaleza de su entidad jurídica,
cuenta con asociados o afiliados. Tal es el caso de la cooperativa Coomeva, de
Fecoomeva y de Seguros La Equidad, por ejemplo. Estas personas que pertenecen a
estas entidades tienen la libertad y la posibilidad de constituirse en clientes
del Banco. Por esta razón, un asociado a algún accionista no ostenta la
condición de dueño del Banco, más si de su entidad, si este es el caso”; ¿así,
olímpicamente, nos sacan a los que hemos aportado nuestro dinero con el que se
constituyó el banco? Por supuesto, que la Superintendencia de Sociedades y/o la
Superintendencia Financiera deben averiguar esta situación y dar su concepto
pronto. Además de esta solicitud pública a estos organismos de vigilancia, haré
la solicitud privada directamente.
¿Por qué Bancoomeva me secuestra el carro?
Facsímil del informe policial sobre el secuestro judicial de mi automóvil |
En el
año 2013, además de mi entrada principal de capital, tenía otras dos que me permitieron
acceder a dos préstamos con dos entidades distintas a Bancoomeva: uno para
adquirir mi vivienda y otro para cambiarme a un carro nuevo. Con el fin de
completar la cuota inicial de la casa, un amigo me prestó una parte y la otra la
conseguí con dos tarjetas de crédito de la misma entidad que me hizo el
préstamo hipotecario.
Ese
mismo año, decidí retirarme como asociado de Coomeva para tomar el dinero de
mis aportes y abonarlo a las deudas del amigo y de las tarjetas de crédito. En
la cooperativa me convencieron de que no tirara por la borda todos los años que
llevaba de asociado y me dijeron que ellos compraban la deuda de las tarjetas
de crédito y me prestaban para pagarle al amigo. Hice la respectiva solicitud
con los soportes en regla y así se hizo; incluso, pedí que el cheque saliera a
nombre del amigo al que yo le debía. Así fue.
En el
año 2015 se me cerró una de las dos
entradas secundarias, pero hice los
malabares posibles para no quedarle mal a los tres bancos: Bancoomeva (porque
resulta que no fue la Cooperativa sino este banco el que me prestó) y los otros
dos, el de la casa y el del carro. En febrero de 2016, se me disminuyó la
entrada principal en más del 20% y en junio de ese mismo año se me cerró la
otra entrada. Con los soportes debidamente diligenciados, me fui a los tres
bancos a renegociar las deudas, urgido, además, por las cuotas atrasadas: lo
logré con las otras dos entidades bancarias, menos con Bancoomeva, la de la “profunda
convicción cooperativa” y a la que me unían los lazos que he explicado arriba.
Salí del parqueadero con mis pertenencias encima |
A
finales de año, la situación con Bancoomeva era insostenible. Me hablaron de un
pago total de la deuda, conseguí que la empresa donde laboro me prestara una
parte, fui a la Cooperativa Coomeva a retirarme de asociado para completar con
mis aportes el monto del saldo: ahí descubrí que este banco, descaradamente,
tomaba para sí los abonos que yo hacía a las cuotas atrasadas y no registraba
mis aportes de asociado a la cooperativa. Resulta que yo le estaba debiendo a
la Cooperativa Coomeva, sin saberlo, unos seis meses de aporte de asociado, habiendo llevado
el dinero al banco.
A la derecha, los motetes que me tocó bajar del carro |
En la
cooperativa me dijeron que no me retirara que ellos tenían una línea de Crédito
Solidario para situaciones como la mía. Me puse al día con mis aportes a la cooperativa
y presenté la solicitud de ese crédito en diciembre de 2016. Fui a Bancoomeva a
explicar la situación. A comienzos de este año, hice el abono a la deuda total
con el dinero que me prestó la empresa donde laboro, pero el bendito crédito
solidario con la cooperativa no me salía. Yo ponía a la funcionaria de la cooperativa
a que hablara con los de cobro jurídico del banco. Ella les decía que el crédito
estaba en trámite y que yo había pedido que el cheque saliera a nombre de
Bancoomeva. Me tocó volver a meter la solicitud unas dos o tres veces a la
cooperativa, hasta que salió el cheque y le pagué al banco la deuda total hace dos
meses.
Bancoomeva debe indemnizarme
Me tocó exponerme con mis motetes en la calle |
En busca de un taxi, en un sector proclive a los atracos |
Por
eso, me sorprendí cuando el policía me mostró la orden judicial de secuestro a
mi carro por solicitud de Bancoomeva: ya yo pagué con creces los dos préstamos
por los cuales me judicializaron. Solo hasta ahora que escribo estas líneas,
leo bien la orden y descubro que tiene fecha del 31 de marzo; es decir, que mientras
yo negociaba con este banco, iba a su oficina de cobro jurídico y les explicaba
mi situación, ellos estaban tramitando ya ante la justicia mi condena. El mismo
banco que se fundó con parte de mis aportes y del que no he recibido ni un solo
centavo por eso.
Es claro que Bancoomeva no había llevado al juzgado el memorial de terminación del proceso por cancelación total de la deuda. Es decir, no le había notificado al juez que, desde hacía dos meses, ya yo no le debía al banco. Una omisión inadmisible por parte de una entidad que fustiga de esa forma a sus deudores. No hay la menor duda de que deben pagar por ese terrible error.
Es claro que Bancoomeva no había llevado al juzgado el memorial de terminación del proceso por cancelación total de la deuda. Es decir, no le había notificado al juez que, desde hacía dos meses, ya yo no le debía al banco. Una omisión inadmisible por parte de una entidad que fustiga de esa forma a sus deudores. No hay la menor duda de que deben pagar por ese terrible error.
A las
cuatro y media de la tarde de hoy, terminé el artículo de ocho páginas sobre los
50 años de publicación de Cien años de
soledad que debía entregarle a la revista PalaBrotas, cuyo siguiente número
será en homenaje al cumpleaños de la gran novela de Gabriel García Márquez. Y
me fui hasta el laboratorio clínico a buscar los resultados que debo presentarle
al especialista mañana en la mañana, cita a la que debo ir en taxi porque me inmovilizaron
el automóvil por culpa de Bancoomeva.
Facsímil del inventario en el parqueadero |
Hay,
por supuesto, un daño moral: manejé por más de media hora con un policía
uniformado sentado en la silla de al lado y con otro agente motorizado
adelante. La gente se me quedaba mirando en las calles, como quién dice: “ahí te
llevan detenido por delincuente”. Hay que pagar el parqueo del carro
inmovilizado, el abogado que debe llevarme el caso, un transporte que lleve y
traiga a mis hijas del colegio a la casa y viceversa, mi transporte a la oficina
donde trabajo, al banco a reclamar, al juzgado, al parqueadero, en fin. Más el
tiempo invertido en todas estas diligencias.
Si
Bancoomeva no informó al juzgado que ya yo pagué la totalidad de la deuda, no
es mi culpa. Es obvio que esta evidente negligencia no debo pagarla. Espero que,
al menos por esta vez, prime la sensatez en Bancoomeva y me deje satisfecho por
lo que me han hecho. De ser así, en estas mismas páginas contaré la bondad de
este banco, si es que la tiene. Tienen, pues, el balón de su lado.
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