Es un privilegio geográfico el que
una población sea testigo de la belleza del río Magdalena, un torrente que le
ha dado a Colombia historias, leyendas y sincretismos que son parte de la
memoria de los magdalenenses.
Por Linda Esperanza Aragón
En
Pedraza, el trato entre sus habitantes es ameno. Este municipio está rodeado por
plantas, árboles y flores; parece que la naturaleza recoge y transforma la
energía de la gente. Es posible decir que allá se percibe la vida en verde. Y
aunque la Alcaldía Municipal esté gestionando la pavimentación de sus calles,
el ambiente continúa integrado por el cuidado y respeto por el medio ambiente.

Y
si hablamos de historias, es apropiado mencionar un breve relato del leñador
veterano Elías Camacho, un pedracero que día a día se dedica a cortar y recoger
leña. En su carretilla transporta los frutos de su esfuerzo arduo y cuelga su
termo con agua para refrescarse bajo el inclemente sol. Luce descamisado para
evitar acalorarse, y cuando hace pequeñas pausas en el camino, se ventila con
su sombrero de cuero. De vez en cuando lleva su radio compacto para escuchar
sus vallenatos preferidos. Al señor Elías le fascinan las comidas recién salidas
del fogón de leña y compartirlas con su familia, por eso no tiene reparo en
echarse la “caminadita” e irla a cortar. Este leñador es la alegoría que
representa a los pedraceros, quienes atesoran un alma luchadora, emprendedora y
creativa.
“Tengo
una familia grande. Todos compartimos en la casa y somos muy felices. Nos
gustan las comidas que tienen sabor a pueblo, y no desaprovechamos lo que nos
da la naturaleza; por ejemplo, el uvito es un beneficio y es muy útil”, expresó
Camacho.
En
Pedraza el árbol de uvito es un recurso imprescindible. En el municipio muy
poco se utilizan la gota mágica y el Colbón, pues los uvitos se hallan en los
patios y en los jardines de las casas de los pedraceros. Con su sustancia viscosa
se pueden resolver problemas comunes como lo son los billetes rotos o los
trabajos manuales que exigen en las escuelas. Y hasta para la vanidad es
preciso, pues los muchachos lo utilizan para hacerse peinados.


La
flora, el río Magdalena, la calidez de la gente, la fe católica y las charlas
interminables son los elementos que hacen de Pedraza un sitio favorecido.
Mientras se va viajando para llegar allá, espabilar se convierte en un
ejercicio indeseable, pues el panorama deleita e incita a una contemplación
exquisita; la diversidad cultural y floral (que han soportado fuertes épocas de verano) se roban suspiros y
miradas. Y la experiencia se hace más sublime mientras se viaja y se escuchan
esos sonidos que llevan el ritmo de los pueblos: los vallenatos.
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