Julio Sánchez, Diomedes Díaz y Néstor Morales |
Por
John Acosta @Joacoro
Es preciso aclarar que ya hace
mucho tiempo que no escucho a Julio Sánchez Cristo, pues me cautivó el formato
propuesto por Néstor Morales y ahora soy fiel seguidor de Mañanas Blu. Lo que pasa es que usé el nombre de Julito para el título de este artículo
porque no se puede negar que es más conocido que el de Néstor. Ahora sí, al
meollo del asunto: hoy experimenté escuchar las canciones viejas de Diomedes
Díaz en vez de las noticias y los análisis de lo que sucede en este bendito
país. Y el resultado fue bastante halagador para la tranquilidad de mi
espíritu.
Salí de mi casa, como todos
los días hábiles, a las 6:00 de la mañana. En el trayecto hasta el colegio de
mis hijas, no prendo la radio, aunque me muero de las ganas, para aprovechar
ese momento familiar y, generalmente, mamarles gallo, sobre todo a la menor.
Hoy, sin embargo, aproveché que iba yo tarareando la canción Volver a vivir, de Diomedes Díaz, y les
propuse que si querían escuchar el original, pues no tengo ni cinco de gracia
para cantar y le cambio la música a la melodía: “Soy un cuerpo sin movimiento, producto de una enfermedad, a veces me
pongo a llorar, pero nada gano con eso: leo la biblia y por eso pienso, que me
voy a recuperar”, les repetía a cada rato. Supongo que para dejar de sentir
esa voz chillona mía retumbando en sus oídos, ellas aceptaron que les pusiera
el original.
Para mí era uno de los logros
familiares más importante, ya que a ninguna de las dos les gusta el vallenato:
Aura Elisa, la segunda en mi vida, es rockera; e Isabella, la menor de todas,
es champetera. Obviamente, ni corto ni perezoso, puse a sonar a Diomedes Díaz,
con el acordeón de Iván Zuleta. Yo las miraba de reojo y vi, feliz, que
escuchaban con atención. Incluso, al final, Aura Elisa me preguntó que cuál era
la enfermedad que padecía Diomedes cuando compuso esa canción. Mientras le
explicaba, sonó otra de las viejas, pues la memoria USB tenía una colección
variada del repertorio del llamado El Cacique de La Junta.
Las dejé en su colegio. Ahí es
cuando pongo a Néstor Morales y su equipo para escucharlos hasta el parqueadero
de la Universidad Autónoma del Caribe, donde trabajo. Normalmente, estaciono mi
automóvil y me quedo hasta media hora más, esperando a que los analistas
terminen el tema que están tratando: de todas maneras, llego hasta con más de
40 minutos de anticipación a mi trabajo.
Hoy, no obstante, no hice lo
mismo. Cuando se bajaron mis hijas, dejé que siguiera sonando Amarte más no pude. Fue mucho mejor
escuchar en ese momento: “Para qué me quieres
culpar si tú eres para mí como agua pa’l sediento; ¿acaso no recuerdas ya que
me sentí morir sin la miel de tus besos?”; que las rabietas de Jorge
Robledo porque Clara López le aceptó el Ministerio de Trabajo al presidente
Juan Manuel Santos. Me dije que cuando terminara esa canción ponía Mañanas Blu para actualizarme con los
sucesos más importantes de Colombia y el mundo.
Sin embargo, empezó a sonar
enseguida la guitarra inicial de Sin
medir distancias y no fui capaz de quitarla. Definitivamente, “La herida que siempre llevo en el alma, no
cicatriza; inevitable me marca la pena, que es infinita. Quisiera volar muy
lejos, muy lejos, sin rumbo fijo; buscar un lugar del mundo sin odio, vivir
tranquilo” sonó mejor para el éxtasis de mi alma que las peroratas de
Álvaro Uribe porque el sanguinario guerrillero apodado El Paisa está en la mesa
de negociaciones de La Habana. Después de esta, sí es seguro que pongo las
noticias: ya está bueno de Diomedes Díaz.
Pero las cuerdas bien llevadas
de la guitarra inicial de Bajo el
palmar
me hicieron desistir otra vez de la idea de escuchar a Néstor Morales. “Comienzan ya, a salir las estrellas, la
noche se hace bella, la luna está plateada; se oyen cantar las aves en la
selva, la fauna coquetea al viento enamorado; burbujas van, que se deslizan
locas, que acarician las rocas que forman la cascada; se ven brillar
luciérnagas celosas, que con la brisa gozan del bello panorama”: ¿podrá alguien
cambiar esa hermosa descripción por las declaraciones destempladas de Donald
Trump que lo tienen ganando la nominación a la candidatura presidencial de
Estados Unidos por su partido Republicano?
Llegué al parqueadero de la
Universidad y solo hasta entonces caí en cuenta que no tiré ningún madrazo
solitario por el taxista que se voló el Pare, ni por el mototaxista que se
metió en contra vía, ni por la buseta que se me atravesó justo para detenerse
en mis narices. Antes por el contrario: le cedí el paso al campero que llevaba
afán, me detuve para que el señor cruzara la calle con su niña agarrada de la
mano y esquivé feliz al mensajero de la tienda que iba a toda mecha en su
bicicleta a llevarle a alguien las compras para el desayuno atrasado.
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