La Universidad Autónoma del Caribe es la sede
del Curso Regional “Desafíos y Oportunidades para Fortalecer la Política y
Gestión Pública de la Trata de Personas en la Región Andina, Incorporando un
Enfoque Basado en Derechos Humanos, Enfoque de Género y Enfoque de
Interculturalidad”, que se realiza del 6 al 10 de julio, en cooperación con la
Comisión Andina de Juristas (CAJ), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la
Pontificia Universidad Católica de Perú y la Oficina de Naciones Unidas Contra
la Droga y el Delito (UNODC).
9 jul 2015
5 jul 2015
Cuba, un país que ya no es tan diferente (1ra parte)
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Con el Ché como testigo |
Por
John Acosta
La única traba que me he
pegado en la vida, me la di al final de una tarde en un hotel de La Habana, a
los 49 años de edad, con un puro cubano recién torcido por las manos expertas
de una agradable mujer. La había acabado de conocer en su puesto de trabajo y
fue tan agradable la conversación que tuvimos, que, aunque nunca antes había
aspirado un cigarrillo en mi vida, no fui capaz de desatender la amable
invitación que me hizo de procurarme un tabaco que ella misma había elaborado
con especial dedicación, mientras respondía mis inquietudes de turista curioso.
Me fumé más de la mitad en un solo tirón de novato empedernido. Esa aventura
imprevista y fugaz sirvió muchísimo para deshacerme de mis prevenciones iniciales
frente a un grupo de empresarios en el que el único proletario era yo. Los
encontré a todos en el comedor del hotel, mientras disfrutaban la cena servida en bufé. Tuvieron que sorprenderse
con el nuevo yo que tenían al frente, quien, repentinamente, había derribado
todas las barreras autoimpuestas por su condición obrera y, desde esa primera
noche habanera, no hubo una sola actitud que se interpusiera para el goce pleno
de un viaje sorpresivo hacia la isla de los hermanos Castro.
1 jul 2015
La Guajira, 50 años de orgullo
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Inmensas playas, en Camarones |
Por
John Acosta
Ese pedazo de tierra que,
impetuoso, entra al mar, iluminado por la intensidad de los rayos solares, que
retoman vida al posarse en el brillo de la arena peninsular, durante el día
caluroso, y adornado por el resplandor de la luna alegre o por la intermitencia
de las estrellas infinitas cuando el satélite del astro rey está acompañando a
la gente por otros lares, en las noches frías, ese pedazo de tierra, repito, lo
llevo clavado en los confines de mi alma. Y es el aliciente para levantarme
todos los días y hacer mi trabajo con honradez, en las lejanías en donde me
encuentre, para retribuirle a mi Guajira el prestigio que unos pocos se empeñan
en mancillar con sus actos bochornosos.
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