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Pedro Sierra, Jesús Pantoja, Cindy Solarte y Ramsés Vargas durante una de las sesiones del juicio que les sigue por posible desfalco a la Universidad Autónoma del Caribe |
Por John Acosta
Verse obligado (por la autorregulación)
a usar la palabra “posibles” en el titular de este artículo (cuando a uno le
tocó padecer en carne viva el accionar de los “presuntos” culpables) es otra
forma cruel e inhumana de revictimización. Y resulta que este artículo resulta
de otra revictimización de que hemos sido objetos por culpa de la ¿inoperancia,
corrupción? de la justicia colombiana: ¿cuántas veces seremos revictimizados
ante los ojos indolentes de la sociedad, que mañana le abrirá las puertas de sus
salones putrefactos a los nuevos “ricos”, productos del “corone” en su desfalco
a la Universidad Autónoma del Caribe?
¡Por Dios!
Duele profundamente el alma
cuando uno ve fallar (literalmente) a la justicia de este país. Y más penetrante
es esa aflicción cuando se es víctima del protagonista que la justicia trata
con benevolencia (por decirlo con suavidad). La impotencia de ver que quedarán
en la total impunidad todos los padecimientos sufridos por la crueldad y
desfachatez del victimario es tan miserable e invivible como los meses en que
fuimos actores del drama humanitario padecido por culpa de los inmisericordes a
los que hoy la justicia se pliega con total cinismo.