![]() |
El carro, en el parqueadero en donde lo guardó el juzgado |
Por John Acosta
Ha culminado
otro largo fin de semana (con festivo incluido) sin el vehículo familiar con el
que solemos pasear con mi señora y mis hijas. Ya es el tercer fin de semana con
esta angustiante y penosa situación. La razón es que Bancoomeva no llevó a
tiempo al juzgado el memorial de terminación del proceso por cancelación total
de la deuda que yo tenía con esa entidad bancaria y que, por motivos que ya
expliqué en un escrito anterior, no había podido pagar. La pagué en su totalidad,
gracias a los malabares que este banco inhumano me obligó hacer para ello, pero
la oficina jurídica de Bancoomeva, tan diligente para mortificarme la vida y
para tratar de condenarme en los estrados judiciales, fue negligente para notificarle
al juez mi pago total. Y la orden de secuestro de mi vehículo, cuya existencia
yo desconocía por completo, deambulaba por las calles de la ciudad de la mano
de los policías para ejecutarla, como, efectivamente, ocurrió. De esa bochornosa
situación, que también describí en ese escrito al que me referí arriba y
publicado también en este blog, han transcurrido ya más de 20 días. El
documento notificativo apenas fue entregado por Bancoomeva al juez la mañana
siguiente en que me quitaron el carro. Y lo peor: cuando ya creía que, finalmente,
me devolverían el automóvil, el juzgado encontró otra falla de Bancoomeva: su
abogado no tenía las facultades para la terminación del proceso. (Aquí puede leer primer artículo sobre el caso Bancoomeva)