Por Laura Cantillo Reyes y Stephany Ternera Castañeda
En el
año de 1986, Colombia había sido
severamente impactada por la violencia guerrillera y del narcotráfico. El Narcotráfico, con el terrorismo como arma,
ponía carros bomba día y noche en las principales ciudades del país y, luego,
se ensañan con la prensa al asesinar al hombre que desenmascaró a Pablo Escobar
y a los demás "mágicos": Guillermo Cano. Los
periodistas, amenazados tanto por la mafia como por el gobierno, son obligados
a exiliarse.
En Colombia, en
general, el panorama era desalentador, el narcotráfico y el terrorismo estaban
lejos de dar su brazo a torcer, y muchas familias vivían en la zozobra de no
perder a ninguno de sus familiares en actos violentos, pero en medio de esto, algo muy distinto se vivía
al interior de la familia Bernal Marín
en la ciudad de Barranquilla, que el 23 de diciembre en la sala de un hospital de la ciudad
esperaban con ansias el nacimiento de
Iván, el segundo de sus tres hijos.
Iván Bernal Marín, hoy, a sus 29 años de vida, dice orgulloso que es un periodista egresado de la facultad de
Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Autónoma del Caribe, de
donde guarda los mejores recuerdos de su vida universitaria.
Iván Bernal, de boina, con sus compañeros de curso, en la noche de presentación de El Comunicador |
Entre risas nos contó que
“con el profesor John Acosta, en octavo semestre, realizábamos el
periódico de la universidad que se llamaba El Comunicador. Yo había trabajado
con dedicación muchas noches en la
portada del periódico y el día de la presentación oficial, esperaba mi nombre
en los créditos y nunca apareció”. Le preguntamos al profesor Acosta sobre esto. "Es una de las vergüenzas más grandes que llevo de mi vida de docente: no explico aún cómo aparecen todos los compañeros de Iván en la bandera, menos él, que fue uno de los que más trabajó para esa edición de El Comunicador", recuerda.
Contamos con mucha suerte
al contactarlo. Un intento bastó para
obtener su respuesta positiva a nuestra petición de hacerle una entrevista. Nos
recibe de una manera amable e informal en las instalaciones del periódico del
que hoy es editor jefe El Heraldo.
Con la periodista Stephany Ternera |
Viste un suéter tipo polo azul, jeans rojos, zapatos negros
formales, perfectamente lustrados. Es la
primera vez que lo vemos en nuestras vidas y nos llama la atención su apariencia, pues a leguas se nota la
multiculturalidad que hay en su ser, cosa que le debe a su crianza, que estuvo
a cargo de su madre, quien es más costeña que la arepa de huevo, y de su
padre, más cachaco que el cerro de Monserrate. Su cabello es negro corto,
peinado en desorden hacia atrás, su piel es blanca y tersa, sus cachetes
parecen de esos que los abuelos no se cansan de pellizcar al saludar y están
acompañados de una barba de acuerdo a su estilo, pero desaliñada para mi gusto, utiliza unas gafas de lectura cuadradas y grandes de marco negro. Sus manos
son pequeñas y luce mucho más intelectual para sus 29 años.
Sus
abuelos han sido pieza fundamental para su desarrollo profesional y personal,
aunque vivía al norte de la ciudad con sus padres, Bernal prefería ir hasta la casa
de sus abuelos, al sur occidente de Barranquilla, un lugar en donde se adentraba en lo popular, en donde el
rose con la gente es lo común, que, además, entre otras muchas cosas, la champeta y el sonido de un poderoso pick
up en cada cuadra del barrio y la verdadera esencia de un barranquillero. Pero, además de este fenómeno musical,
para Iván el Rock hace parte de su cotidianidad, el sonido de una buena
guitarra eléctrica bien ejecutada puede llevar al éxtasis sus emociones.
Con las periodistas Laura Cantillo Reyes y Stephany Ternera Castañeda |
Para
este joven periodista, El Heraldo significa un diario tradicional, es la voz
influyente y respetada de la costa. Fue Redactor web
y reportero gráfico de la “Butifarra.com, en donde, según él,
era una persona que iba a contracorriente y cuyo
comportamiento era contrario a los ideales, normas, modelos, estatutos de la
sociedad actual. “Me las
tiraba de iconoclasta y hasta decía
vulgaridades”, recuerda entre risas.
Ahora que ha pasado el tiempo para él, actualmente, escribir en el
periódico que trabaja es acoplarse a lo que este le exige y es ser respetuoso
de los principios básicos del periodismo tradicional.
Sus gestos son
pulcros, a veces delicados. Siempre es muy calmado, proyecta ser un hombre
sensible. De voz suave, con acento muy neutro, usa un español correctísimo sin
atropellar las palabras y, en su léxico, se nota las
muchas horas que ha dedicado a los diferentes libros que se ha leído o el
periódico que habitualmente leía desde muy pequeño con su abuelo.
En
2012, hizo parte del diario La República, uno de los más importantes del país,
donde se encargaba de la edición
completa del periódico cada cinco semanas y, como editor jefe durante una semana, a cargo
de la definición de la primera página y los enfoques en cada sección. Su pasión
por las letras también lo ha llevado a escribir no solo noticias sino crónicas
en importantes revistas de circulación
nacional, como SoHo, Labra Palabra, Latitud y Dominical, del diario El Heraldo.
Bernal Marín había comenzado
su carrera en 2007 en El Heraldo. Ahora, vuelve con el objetivo de potenciar su
liderazgo en la región Caribe, poniendo el foco en el tratamiento riguroso de
la información local con enfoque global, para acompañar la renovación del
periódico que viene liderando Marco Schwartz, su Director.
“Mi objetivo directo en este medio de
comunicación es potenciar el liderazgo en la región caribe, poniendo así la
información local con un enfoque global.”
Suele
ser una persona muy ocupada, diariamente Iván llega a las 8.30 de la mañana al
periódico, a las 9 de la mañana tiene
consejo de redacción y de ahí en adelante es un trabajo arduo, entre reuniones
y entrevistas. En el poco tiempo libre que tiene, a Iván le gusta reunirse con
sus amigos, escuchar un buen tema de rock y jugar videojuegos. Es comprometido
con su familia que representa lo más importante en su vida, amor que también
comparte con su novia aunque no está casado.
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