Por John Acosta
Lo asesinaron dos años antes de que yo naciera. Y la imagen sobre él, que me ha acompañado desde niño, fue una que me contó la vieja Aba (Aura Elisa, su madre y mi abuela), cuando yo tenía unos ocho años: Beto (Nolberto Duarte Acosta, su nieto), con apenas tres años de edad, cogió la poncherita de plástico que mamá Aba ponía debajo del tinajero para parar las gotas de agua que pudieran salir, se fue caminando hasta donde estaba ella, destrozada por la pérdida de su hijo, y empezó a untarle los pies con su manito mojada en el perol para que mamá dejara de llorar, mientras el cadáver de tío Migue (Miguel Luis Acosta Mendoza) yacía en su ataúd. Esa escena tierna e inocente, sucedida en La Junta, el terruño del alma, es lo único que me ha quedado grabado del tío que no alcancé a conocer. Beto me contó después otra anécdota de ese momento triste, que mamá Aba le había contado a él: al ver que las palmaditas con agua en los pies no le funcionaban, el inocente Beto buscó el plato de fique de la mochila que la vieja Aba tejía esa semana y se la llevó a ella, con la aguja y el rollo de cabuya. 58 años después de ese hecho trágico, los hermanos vivientes de tío Migue recordaron en el grupo de WhatsApp de la familia ese tormento espiritual que los ha martirizado por décadas.
Hasta hace muy pocos años, yo
estaba convencido de que tío Migue había muerto en el acto: supuse que había
caído tan pronto recibió el tacazo de billar en la cabeza, en la cantina de Casacará, el otro pueblo del alma. Pensaba que habían
tenido que recoger su cadáver en el piso de la cantina, donde su amigo El Mono
había cometido ese crimen absurdo. Eso fue el día de San Pedro y San Pablo: el
1º. de julio de 1963. De El Mono y su familia no se volvió a saber más en Casacará, desde esa tarde aciaga.
Oliva González, hoy |
La prima Luz Marina Bolaños
tendría unos diez años cuando sucedió eso. “Y todavía recuerdo ese día como si
fuera hoy”, me dijo, también por teléfono. Su familia también es de ascendencia
juntera y, por eso, eran muy amigos de tío Migue. La prima Luzma me dijo que
ese día estaba serenando. “A él lo traían dos hombres, uno en cada mano. Venía
sonriendo, pero estaba con sangre. Recuerdo que Oliva se puso a llorar. Le
dieron un tacazo de billar en la cabeza por una discusión”.
Oliva los encontró en plena
calle, cuando ya lo traían. “Apenas me vio, se me tiró encima, me abrazó. Me
bañó en sangre”, me dijo Oliva.
De
La Junta para El Banco
Tío Migue había nacido en La
Junta el 15 de febrero de 1941. Era el tercer hijo de Luis Miguel Acosta Acosta
(El Tone, le decían a mi abuelo) y Aura Elisa Mendoza Acosta (Aba, le decían a
mi abuela). La mayor era tía Vila (Elvira Mercedes, nacida en 1937), seguida
por tía Ñuñe (María Nurys, nacida en 1938). Era el mayor de los varones:
después de él nacieron tío Néstor (Néstor Emilio, en 1942), Chide (Alcides de
Jesús, mi papá, en 1944), tío Fano (Afranio José, en 1946), tío Ito (Manuel
Nicolás, en 1948), tío Jose (José Elías, en 1949), las mellas tía Mary (María
Elisa) y tía Tey (María Esther), en 1952. Y al año siguiente, nacieron los
menores, los también mellos tío Jorge (Jorge Félix) y tía Carmen (Carmen Rosa),
en 1953.
Durante su niñez, tío Migue se
la pasó en la finca Fundación, ayudando a su papá en las labores del campo. “Era
muy agraciado, chistoso. A todo le sacaba broma. Era muy noble, trabajador”, me
cuenta tío Fano por teléfono, desde Palmira, Valle del Cauca, donde reside.
En los extremos, las mellas: tía Tey (de blusa verde) y tía Mary (de azul claro). En el centro, las mayores: tía Vila (de blanco con figuras grises) y tía Ñuñe (de cremita) |
Tía Ñuñe (Tía Ñuñe, la santa no canonizada de los Acosta) se llevó, a finales
de los años 50, a los dos varones mayores (a tío Migue y a tío Néstor) para el
municipio ribereño de El Banco, a donde se había ido a vivir ella con su
esposo, Querubín Duarte. Tío Migue cargaba a su sobrina Bertha, de un año de
edad y que había nacido en esa población, a pasearla por el malecón del río Magdalena.
Allá también nacieron mis primos Omar y Beto. Una enorme y súbita creciente le
inundó el almacén a tía Ñuñe y a su esposo: el matrimonio, decide, entonces,
trasladarse a la población de Manaure, en las estribaciones de la Serranía del
Perijá. Tío Migue se fue a Casacará, próspero corregimiento de Codazzi, a trabajar
en un depósito de abarrotes del cachaco Pedro Claver García, amigo del cachaco
Querubín.
Su
propio negocio para favorecer a la familia
Tío Jorge recuerda que él tendría
unos 10 años cuando su hermano, tío Migue, iba de Casacará a La Junta. “Había
en el pueblo una joven blanca, muy hermosa. Migue estaba enamorado de ella y se
veían en las piedras que están frente a la casa de tío Nunche (Alejandro
Antonio, hermano menor de mi abuelo). Ella llegaba con unos tacones altos.
Migue se los quitaba y le besaba los pies”, me contó tío Jorge por teléfono,
desde Codazzi, donde reside.
En el centro: tío Néstor. En los extremos: tío Jorge, el menor (de guayabera blanca) y tío Jose |
Ya para entonces, conocía a
Oliva: ella tendría escasos 16 o 17 años. “Quedé embarazada sin vivir con él
porque yo vivía con mi papá. Cuando nació la niña, él me pidió que lo acompañara
en la tienda”, me cuenta ella. “En la tienda había angarillas para burros.
Migue, feliz y tierno, montaba a Amparo, la niña, en una de esas angarillas y
la mecía”, me dijo la prima Luzma. Hablé con mi prima Amparo, la hija de tío Migue
y Oliva, pero ella tenía apenas un año cuando lo mataron: no recuerda nada.
Allá fue tío Jose a visitarlos
una vez, desde Codazzi. “Oliva me llevó a ver una película al cine que quedaba
cerca a la casa”, recuerda. “Migue era alto, delgado, sonriente”. Mis tíos coincidieron
en decirme que Carlos Elías, el hijo mayor de tío Jose, se parece mucho a tío Migue.
Cosas de la vida: a su hijo menor fue que tío Jose le puso Julio Miguel. Y tío Néstor
bautizó a su hijo mayor en honor a su hermano: Miguel Luis, que hoy es un
exitoso cardiólogo.
Tío Migue iba a La Junta en
Navidad y le llevaba juguetes a sus hermanas menores. Tía Mary no olvida la
estufa que les regaló a cada una. “Tampoco el juego de vajilla amarilla con
flores azules: salió tan bueno, que, incluso, se lo di a mi hija Arlett para
que jugara con él”, me dijo. Tía Tey recuerda con cariño la muñeca que les dio,
también a cada una: “era muy linda. Nunca antes habíamos tenido muñecas de
fábricas, las hacíamos de barro o de palo. Nos hizo muy feliz esa primera muñeca
que tuvimos, gracias a Migue”, dijo por teléfono desde Medellín.
Los planes de él era darles
estudios a sus hermanas menores. “Vayan pensando qué van a estudiar porque les
voy a dar su carrera a cada una”, dijo tía Mary que él les decía. Además, se
llevó para Casacará a dos de sus hermanos: tío Néstor (El Pluma Blanca dejó a los Acosta solos por siempre) y Chide, mi papá (Feliz día, papá).
Y
vino la muerte imprevista
Tío Jorge era un niño de 10
años y recuerda que el bus mixto (medio de estaca para carga y medio de sillas
para pasajeros) de Kin Sierra, que viajaba de La Junta a Valledupar, paró ese
día frente a la casa. “Y le entregó un papel a mamá con la nota de la noticia”,
me dijo. A tío Jorge se lo llevaron para la casa de un amigo de la familia,
mientras bajaban el cadáver del carro. Tío Fano estaba en la casa de tío Nunche
viendo unas matas de tomates. “La señora Amira le dijo a mi mamá que debía irse
tranquila para Valledupar, a donde estaba Migue hospitalizado”, cuenta tío
Fano.
Arriba: tío Ito y tía Carmen Abajo: Chide, mi papá, y tío Fano, de saco y corbata |
Tía Mary tenía 11 años. Y
estaba en Manaure, con tía Ñuñe y Querubín. “Mauricio Daza le puso, desde el
municipio de La Paz, un marconi a Querubín con la noticia”, me dijo. “Él lo leyó
y lo guardó. Solo le dijo a Ñuñe en la noche. Al día siguiente, nos fuimos
temprano para La Junta. Ay, vee: recuerdo que yo iba feliz porque iba
estrenando un vestido negro”. Tía Tey, mella con tía Mary, estaba en La Junta: “esa
noche, me llevaron a la casa de Ocha, la esposa del señor Robertico Arias,
mientras mamá viajaba con tío Fano”.
Tío Ito (Oda para que tío Ito vuelva a ser el de antes)tenía 15 años. Estaba en
Fundación, la finca de los viejos. “Julio Oñate subió de La Junta hasta allá a
darnos la noticia”, recuerda. Tío Jose tenía 14 años y se había ido a vivir con
tía Vila a Codazzi, desde los siete. “Lo llevaron a la casa de Vila. Lo acostaron
herido”, me dijo.
Oliva me cuenta que ella le insistió
a tío Néstor para que lo llevaran rápido a Codazzi. “Yo veía que Migue sangraba
mucho”. Se lo llevaron a la mañana siguiente. De Codazzi se lo llevaron para
Valledupar. Me dijo Oliva que “el médico me sugirió que llamaran al padre para
los santos óleos porque ya no había nada qué hacer. El padre llegó y Migue me
apretó la mano, mientras moría”.
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