27 jun 2024

La Virgen del Rosario, un milagro que aún perdura

En la Plaza Alfonso López, de Valledupar, se conmemora
todos los años la Leyenda Vallenata
 Por John Acosta

1. La Leyenda

Era una carrera desesperada contra el fuego que caía del cielo en partes del convento y trataba de extenderse hasta la iglesia. El joven indígena iba al patio del claustro religioso y venía hasta el altar de la iglesia con sus dos peroles de agua para vaciarlos encima de la imagen sagrada de la Virgen del Rosario, cuya mirada fija hacia abajo daba la apariencia de resignarse ante aquel ataque brutal con flechas encendidas. El nativo adolescente no se conformaba con tratar de salvar a la Madre de Dios hecho hombre, sino que también le echaba a los dos hombres piadosos que estaban al lado y lado. Nadie puede determinar aún cuántos viajes cortos hizo el “indiecito”, como lo llaman los cronistas de aquel momento esencial en la vida de la naciente Valledupar; sin embargo, ese esfuerzo colosal sería borrado de la historia por el cataclismo extraordinario que provocó.

Las tres imágenes divinas se salvaron del incendio, gracias al esfuerzo del joven indígena. En medio de su cosmología aborigen, no pudo ni siquiera suponer que ese acto conmiserativo causaría una grandiosidad providencial, preludio de la más importante fiesta de acordeones del mundo. Una guaricha (doncella) y dos piaches (ayudantes) empezaron a quitar de las manos las flechas en llamas que los indígenas disparaban. Ante la fuerza de esa determinación prodigiosa, los nativos, místicos de nacimiento, sintieron un temor terrible: desistieron del ataque y huyeron.

Ya la noche anterior (27 de abril de 1576) habían atacado e incendiado el hato de García Gutiérrez de Mendoza. Resulta que la indígena Francisca había sido azotada, y hasta le cortaron el cabello, porque su patrona celaba a su marido con la criada. Para el sacerdote Jame Enrique Romero Ramos, Vicario General de la Diócesis de Valledupar, ese atropello contra la indígena fue una especie de florero de Llorente para que las tribus nativas se unieran y decidieran atacar a los españoles, quienes, además de los impuestos que le cobraban, algunos abusaban de los aborígenes. Después del ataque a la hacienda ganadera, fueron a atacar a la naciente ciudad, pero, al intentar quemar el convento, se encontraron con la resistencia divina.

Al ver que los indígenas huían despavoridos, los españoles los persiguieron hasta las sabanas del Sicarare, donde había una laguna que los nativos envenenaron con una leche vegetal. Los tupes y chimilas (entre quienes estaban los Cariachiles, de El Molino), que se habían unido en aquella epopeya, se escondieron entre los arbustos. Sedientos por la jornada, los europeos se abalanzaron sobre el agua para beberla y cayeron moribundos; entonces, la tribu salió para dar el golpe de gracia, pero la misma guaricha y sus dos ayudantes del convento se los impidieron. 

Capturados por los españoles que “resucitaron” del brebaje lechoso, los indígenas pidieron que los pasaran por la iglesia para agradecer a la Virgen del Rosario, a San Jacinto y a San Pedro Mártir por la protección recibida. Al entrar al templo, no podían creer lo que tenían ante sus ojos: la guaricha era la Virgen del Rosario y sus dos piaches eran San Jacinto y San Pedro.

2. La devoción a la Virgen del Rosario

Sacerdote James Romero
Tiene razón el Vicario General de la Diócesis, James Romero, cuando afirma que esa solicitud que hicieron los indígenas para que los llevaran agradecer a la Virgen del Rosario, muestra la enorme devoción que tanto nativos como españoles le tenían ya a la madre de Dios hecho hombre. Tanto, que las festividades se celebran, por ejemplo, en el ayuntamiento de Martín de la Jara, en España, el 7 de octubre, desde 1837.

No obstante, la fuerza de la leyenda de la guaricha hace que, en Valledupar, se celebre a finales de abril, que fue cuando se dio el llamado milagro. “De ahí, se formó la tradición del milagro. Se hicieron las misas, se comenzó la tradición de las misas. Después, se hizo la escenificación”, cuenta el clérigo James Romero. Recuerda que la Iglesia enseñaba a los nativos “de tres maneras: canto, pintura y teatro”.

Y, obviamente, estaba el teatro; de acuerdo al Vicario General de la Diócesis, para que no desapareciera este milagro (“el milagro fue la paz; por eso, el Concilio Vaticano Segundo, llama a la Virgen del Rosario, la virgen de la esperanza”), se empezó a dramatizar: cómo la Virgen crea la paz entre dos culturas; “o sea, María es signo de encuentro entre las culturas, no de guerras, sino de paz y amor entre nosotros. El signo de este milagro, es el signo de paz entre indígenas y españoles”.

Para que no se olvide, se dramatiza, se escenifica en un contexto eclesiástico, en una fiesta religiosa, no pagana, explica el sacerdote. “Ya, después, con el tiempo, se une la parte cultural, pues la dramatización es cultural: se va escenificando, se van formando escuelas . Se forma la Congregación del Rosario, que es la encargada de salvaguardar que esto no se olvide, pues, lamentablemente, los jóvenes de hoy, no tienen ni la menor idea de quién es la guaricha. El 90% de la población valduparense  ha olvidado esto, que es lo que nos hace a nosotros vallenatos, es el alma de lo que somos nosotros, una cultura de paz, de reencuentro, de gente linda, de amor”, dice el Vicario General.

Virgen del Rosario, La Guaricha
Milagrosa
El padre James Romero contó que la Virgen del Rosario aún sigue apareciéndose. “Recientemente, hablé con dos personas que me decían ‘padre, se me apareció la Virgen del Rosario’. Y lo tienen en silencio y lo guardan”. Para él, la virgen se aparece porque “María es un signo de esperanza para que volvamos a su hijo Jesús, para que busquemos el camino de Jesús”. 

Y aclara que se le aparece a la gente sencilla: “a indígenas, a personas pobres. A los que se les apareció ahora les dice que haya reconciliación en la familia, que asistan a la eucaristía”.  También se le aparece, de acuerdo a lo manifestado por el Vicario General de la Diócesis de Valledupar a la gente alejada de la iglesia, “que, quizás, por sus sufrimientos, se van de la iglesia porque tiene problemas económicos, familiares, intento de suicidio. A personas alejadas y, luego de la aparición de la virgen, regresan a la iglesia . Yo como sacerdote, quiero mucho a la virgen por eso”.

3. Y aparece el festival

Descendientes de Cariachiles, que también
participaron en el ataque a Valledupar (en
abril de 1576), conmemoran esta fecha en
El Molino, sur de La Guajira
Muchos coinciden en que estas fiestas de la Virgen del Rosario, no sólo se celebraban en
Valledupar. El sacerdote James Romero es, además, historiador. “En las confrontaciones venían indígenas de todas partes ; entonces, lógicamente, este milagro se fue reproduciendo y hoy se recuerda y se celebra en muchas partes; lógicamente, el centro es Valledupar”.

Al tiempo que la gente venía a la celebración del milagro de la virgen, en los patios de las casas hacían fiestas con los acordeoneros que venían de pueblos vecinos. “Lo que llamamos los juglares, que comenzaron a tocar en los patios y comenzaron a formarse las parrandas vallenatas”, cuenta el Vicario General.

Tomás Darío Gutiérrez
Dice Tomás Darío que los autores del festival le contaron que lo que trataron de hacer, en primera instancia, “Consuelo, el doctor Alfonso López fue institucionalizar eso como festival, pero, como a la tercera reunión, dijo alguien ‘bueno, pero también tenemos que meterle el concurso de acordeonero porque ellos siempre, en las parrandas, se ponen a concursar’. ‘Ah, bueno bien’, acordaron. Lo que no se imaginaron nunca fue que el concurso de acordeonero iba a superar lo que ya vivían. La verdad es que eso se ha convertido en una simple fiesta religiosa que la gente no le para bolas, sino los tradicionales vallenatos  de clase popular. Ellos nunca se imaginaron que iba a prevalecer el concurso de acordeonero. Y sucedió”.




Publicado en el semanario La Calle, el 29 de abril de 2024

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