Por
John Acosta
A raíz de un texto que
publiqué en este blog, en donde contaba detalles de una situación que estaba
padeciendo con la compañía Liberty Seguros Colombia (http://comarcaliteraria.blogspot.com/2012/10/liberty-seguros-s-me-ha-bailado-el.html), un funcionario de esta compañía me
llamó, a la semana de haber publicado la queja, para darme la buena noticia de
las alternativas de solución que se habían diseñado para mi caso. Recuerdo que
iba yo subido en un bus urbano, en medio del infierno que producía el sol
tropical de las dos de la tarde en el Caribe colombiano, a donde me habían
confinado los ocho meses sin carro propio.
El bochorno de esa tarde no
alcanzaba a ser aliviado ni siquiera por la brisa caliente que entraba por las
ventanillas abiertas del bus. Sin embargo, debo reconocer que las palabras que
pronunciaba el funcionario que me llamó, lograron amainar bastante el calor
angustiante de ese día: el alma feliz es capaz de aliviar los tormentos del
cuerpo.
El funcionario me dijo que
me iban a girar el 70% del valor del carro, que había sido declarado pérdida
total, después de los daños recibidos en el accidente. El 30% restante me lo pagaban cuando se
solucionara la parte penal de los afectados en el siniestro. Además, Liberty
Seguros Colombia me pagaría los cinco meses de parqueo, pues el abogado que me
asignó el seguro para lograr la entrega provisional de mi vehículo fue
negligente y se demoró mucho más del tiempo estipulado para estos menesteres.
Liberty también me reconocería los gastos de transporte ocasionados para
trasladarme con mi familia, desde el sitio del accidente hasta mi lugar de
residencia y que me tocó asumir en ese momento porque la chica del call center,
que me contestó ese fatídico día, jamás envió el carro en que debería culminar
mi viaje.
Me pareció una posición
sensata de la compañía. El único inconveniente consistía en que mi carro
todavía permanecía pignorado al banco que me había prestado la plata para
comprarlo. No era mayor problema, pues desde hacía más de un año pagué la
última cuota de ese crédito afortunado, pero mis ocupaciones laborales me
hicieron olvidar de hacer los correspondientes trámites que liberaran al
vehículo de cualquier deuda. De manera que tan pronto me bajé del bus urbano,
esa misma tarde fui al banco a buscar el correspondiente paz y salvo, que
escanee y envié al funcionario del seguro por correo electrónico.
No solo me enviaron la
notificación del recibido sino, además, un documento que yo debía diligenciar
para autorizar la transferencia electrónica del dinero a mi cuenta. Así lo
hice. El funcionario me prometió que en dos días me consignaban. Esos dos días coincidieron con la cuarta
fecha de conciliación con una de las dos familias afectadas por el accidente.
La buena noticia no es solo
que hubo conciliación, sino que, también, Liberty Seguros Colombia me
transfirió el monto esperado. Ahora
falta el proceso conciliatorio con la otra familia. Estoy convencido de que
también culminará pronto y, con ello, la transferencia del 30% restante por el
valor del vehículo accidentado.
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