Por John Acosta
El que fuera caudaloso río Espíritu Santo, de San Alberto, hoy es un “cañito”. “Ya no podemos decir que tenemos río”, dice Arsenio Espitia, presidente de la Veeduría del río Espíritu Santo, de San Alberto. Este otrora importante recurso hídrico del departamento del Cesar viene siendo objeto de explotación por tres empresas “que ostentan algunas licencias , permiso y/o concesiones, las cuales fueron dadas por entidades gubernamentales de nuestro ente territorial , pero nosotros, como comunidad, vemos, con mucha preocupación, que estas licencias o permisos les falta seguimiento porque hace más de 10 años que estas empresas están realizando esta explotación del material de arrastre y hoy, agravado por el fenómeno del Niño, estamos padeciendo las consecuencias”, dijo a La Calle el veedor ciudadano. Se refiere a las otorgadas en 2009 por el gobernador Cristian Hernando Moreno Panezo.25 nov 2024
Operó camiones de 250 toneladas y ahora, buseta de 25 pasajeros
Por John Acosta
Es posible que cuando Yolkin Caicedo le enseñó a conducir buseta a su hermana Claudia, pensó más en verla trabajando en una de las minas de carbón del Cesar que conduciendo una buseta urbana en Valledupar; de hecho, él llevaba trabajadores en ese vehículo donde aprendió ella, desde La Jagua de Ibirico, la población de los do
s hermanos, hasta la minera Prodeco. En todo caso, Claudia Caicedo ascendió, de esas clases informales de chofer, a operar camiones de 250 toneladas en ese enorme hueco a cielo abierto de donde la empresa subsidiaria de la suiza Glencore sacaba carbón.
Esos turnos, en medio del machismo de los rudos mineros, le formaron el carácter reservado que todavía hoy esboza cuando alguien se le sienta al lado, a entablar una conversación formal, mientras ella maneja la buseta de ruta urbana en la capital del Cesar. Claudia Caicedo no pasó, de una, de la mina a Valledupar. No: antes condujo un camión de reparto,a lo largo y ancho de su departamento, distribuyendo el producto de la empresa Aceros y Metales, donde laboró cuando Prodeco decidió cerrar operaciones en Colombia.
Una joven emprendedora de armas tomar que le ‘tuerce el pescuezo’ al destino
Por John Acosta
Angie Carolina Ruiz soñó con tener una máquina de coser, desde que tenía cuatro años de edad y veía a su tío materno pedaleando la suya para darle forma a los pantalones que cosía. Vivía en el barrio Primero de Mayo, donde nació y creció. Hoy, cuando, finalmente, posee ese aparato eléctrico, recuerda con nostalgia al difunto sastre que, sin proponérselo, le inculcó a su sobrina el amor por la costura.
Obviamente, no fue fácil hacerse a lo que siempre añoró. Antes, tuvo que dedicarse a otro oficio que, si bien le gusta, no le apasiona tanto como el que ahora ejerce. Hizo un curso básico de Repostería en el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) y ahorró, como pudo, lo que le quedaba de la venta de los postres que hacía.
12 nov 2024
La canoa de bahareque llega al puerto de sus amores con la carga ‘pa vendé’
Kelvis Morales saca los pescados de su segunda red |
La mujer había esperado unos minutitos y dio la vuelta para regresarse con las manos vacías. Al darse cuenta, Kelvis José Morales Aguilar la llamó para que se devolviera. Ella volteó la mirada hacia quien le había hablado, pero no se le notaba una decisión contundente para volver; entonces, el periodista del Semanario La Calle se sintió culpable por la situación y metió su mano para ayudar a convencer a la señora. “Venga, hombe, si, al contrario, su presencia enriquece la crónica porque usted es una cliente efectiva del hombre”, le dijo. Y la mujer se regresó. “¿Cuánto es que va a llevar?”, le preguntó Kelvis José. “Una arroba”, le respondió ella.
Kelvis Morales se bajó de su canoa, que estaba amarrada en la orilla, y fue hasta la de otro colega, también aparcada. Sacó de ahí un peso, cuya base colgante era la mitad de una parrilla metálica que, en sus momentos de gloria, cubrió la hélice de un abanico de piso. Y empezó a echar en ella algunos de los bocachicos apilados en el fondo de su embarcación. Al completar las primeras 16 libras del pedido, fue hasta donde la señora y se las echó en la bolsa plástica que ella traía para ese propósito. Volvió a su canoa para pesarle el resto a su cliente.Alcantarillado de Saloa vierte aguas negras a la Ciénaga de Zapatosa
Vista aérea de la planta de tratamiento de aguas residuales, en Saloa |
Festival del Bocachico quedó solo
Wilmer Argüelles Medina |
8 nov 2024
‘La Piragua’ es ‘La Bendición de Dios’ y pertenece a Álvaro Morales
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Álvaro Morales, en su canoa metálica |
Esa mañana no estuvo buena. Hubiera podido ser peor: por ejemplo, irse con un solo pasajero, cuando a la enorme canoa metálica le caben de 20 a 25 viajeros. Ese sábado de octubre, apenas iban tres, pero el viaje se hubiera podido salvar si no hubiese pasado nada en el recorrido; sin embargo, pasó. Álvaro Morales Arciniegas había recibido la llamada de su hermano, que era el presidente de la Asociación de Transportadores Fluviales de Chimichagua (municipio del Cesar) a las 7:20 de la mañana. “Compa, póngase pilas que estos tres pasajeros quieren irse conmigo y usted sabe que yo no los puedo llevar en la chalupa del hospital”, escuchó del otro lado. Álvaro estaba en su casa y lo llamaban desde el puerto. Tenía el turno ese día y no podía arrancar tan tarde.
El presidente arrancó a las 7:30 de la mañana con las dos enfermeras, la comunicadora del centro hospitalario y las neveras de icopor cargadas de vacunas. Iban a apoyar al personal de salud del corregimiento de Saloa, donde también se llevaba a cabo la octava jornada de vacunación contra el papiloma humano, convocada por el gobierno nacional. En el puerto quedaron el Defensor del Pueblo del área, la docente que iba a pasar el fin de semana con su abuela y el periodista que iba a verificar una denuncia ciudadana en Saloa.