Por
John Acosta
A raíz de unos
inconvenientes que tuve con el operador de telefonía móvil Tigo, publiqué una
especie de protesta pública, donde contaba mi caso (http://comarcaliteraria.blogspot.com/2012/10/el-operador-de-celular-tigo-no-me.html ). Al leerlo, un compañero de
trabajo me miró fijamente con su rostro de terrorista y me dijo: “en dos días
te llaman”. Se equivocó: me llamaron el mismo día. Resulta que yo había intentado, en dos
ocasiones, colgar mi escrito en la página de de quejas y reclamos (PQR) de Tigo,
pero siempre me lo rechazaba. De manera que los funcionarios de esta empresa no
tendrían manera de comunicarse conmigo, pues no dejé los datos en mi blog; sin
embargo, debo admitir que fueron muy diligentes, ya que a mi correo personal me
llegó un mensaje, a través de mi perfil de Google, en donde me solicitaban una
forma de poder comunicarse conmigo. Les envié mi número de celular.
Efectivamente, el mismo día
se comunicó conmigo un funcionario del servicio al cliente de Tigo y me dijo
que deseaba aclarar las inquietudes que yo había expresado en mi blog. “Adelante”,
le dije. Y me justificó desde las anotaciones gramaticales que yo había
manifestado hasta el porqué me habían negado la solicitud que yo había
realizado. Una vez terminó, le dije que listo, que ya lo escuchado. Entonces,
se puso a la orden: “no olvide comunicarse conmigo ante cualquier inconveniente”,
remató. Ahí fue Troya. Le dije que ya no habría más inconvenientes, pues yo
decidí cambiar de operador y que lo único que recibí de él (del funcionario con
quien estaba hablando) era una sarta de justificaciones, pero ninguna solución
a mi reclamo inicial.
Me respondió que su empresa
no quería que yo me retirara. (Me hizo sentir importante, lo reconozco). Y que
iba a averiguar con Comunicaciones, de Tigo, para ver qué podría ofrecerme. Me
preguntó que a qué hora podría comunicarse conmigo al día siguiente para entregarme
los detalles. “A las diez de la mañana”, le respondí.
Llegó la noche del día
siguiente y no recibí la llamada. Habían algunas llamadas perdidas en mi
celular de números desconocidos (yo guardé, el día anterior, el número del funcionario con quien hablé),
pero ninguna de Tigo. Como en la tarde del otro día tampoco había recibido
señal alguna, decidí ir a la oficina de Tigo más cercana para hacer efectivo mi
retiro. Tomé el turno y me senté a esperar. Tenía unas diez personas por encima
de mí. Al contabilizar que el promedio de atención a cada usuario llevaba
bastante tiempo, salí a la peluquería cercana con el turno en el bolsillo de la
camisa.
En la peluquería, tuve que
esperar un turno. Al salir con mi nuevo look, revisé mi viejo celular Nokia de
lamparita (al cual me tocó acudir cuando me robaron el blackberry) y vi la
llamada perdida del funcionario de Tigo con quien había hablado dos días antes.
Le devolví la llamada. Me dio la buena noticia de que me iban a dar un blackberry
9780 (el que me robaron era un 9300) y un mes gratis con el plan de voz y datos
que tengo. Me pareció una oferta razonable, suficiente para quedarme. Ahora
sigo con Tigo.
Del que tenía antes |
Debo decir que los escritos protestas
contra algún servicio prestado por empresas al público, publicados en este
blog, son los preferidos por los lectores. De los 123 textos colgados en
Comarca Literaria, desde el 2007, los dos con promedio de leedores diarios más
altos son los únicos relacionados con
esta temática. Eso tiene varias interpretaciones. Una es que la gente se ve
reflejada en esos casos: gente del común que no tiene forma pública de expresar
su inconformismo por lo que considera un derecho vulnerado. Esta debe ser una
voz de alerta para las empresas que tengan como misión la prestación de un
servicio al público: van a tener que revisar seriamente su forma de proceder
ante la petición o queja de un cliente. No deben responder con una negación a
la ligera porque consideran que el reclamante casual es un desconocido que no
tiene manera de hacer valer sus derechos.
El primer caso fue uno
sucedido con la tarjeta de financiamiento de un supermercado (http://comarcaliteraria.blogspot.com/2012/06/el-por-que-devolvi-mi-tarjeta-de.html). Una vez publicada
la protesta pública, la empresa involucrada se puso en contacto con el afectado
y accedió a los requerimientos que inicialmente había negado ¿Por qué hay que esperar
llegar a esos extremos para favorecer a un cliente en desgracia? Lo cierto es
que, después de solucionado el impasse, escribí un nuevo texto,
donde contaba que ya me habían solucionado el problema (http://comarcaliteraria.blogspot.com/2012/07/me-he-equivocado-muchisimas-veces-pues.html), pero la lecturabilidad de
este artículo, donde se cuenta lo bueno, es muy inferior al primer artículo,
donde se contó lo malo, que ya se ubicó en el segundo lugar de los más leídos en toda la historia del blog.
Del que me dieron ahora |
Lo mismo ha sucedido con el
texto de Tigo, en donde manifiesto mi inconformidad por un inconveniente que
tuve: desde su publicación, ha ocupado siempre el primer lugar con el número de
lectores diarios. Y ha subido tanto la lectura de este artículo, que, en menos de 20 días, se ubicó en el quinto puesto de los más leídos, entre los 123 textos publicados, desde la creación de Comarca Literaria, en el 2007. Veamos a ver qué sucede ahora con este, donde cuento lo bueno
que me pasó con Tigo.
Lo felicito por contar con espacios como estos para defender los derechos de los consumidores tan vulnerados por muchas empresas como esta.
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