14 jun 2024

Jaime Montillo, una bendición para sus paisanos en Los Corazones

Por John Acosta

Esa mañana, el Semanario La Calle llegó al corregimiento Los Corazones, del municipio de Valledupar, a buscar información para completar el artículo sobre el agua potable en el departamento del Cesar, que debía publicarse en el impreso del lunes siguiente. Y Luis Carlos Díaz Corzo, quien era el inspector de Policía cuando se construyó el acueducto del pueblo, hace más de 40 años, habló con mucha admiración de Jaime David Montillo Castilla. Lo mismo sucedió cuando La Calle fue a la casa de Cecilia Inés Díaz Díaz, la actual inspectora de Policía de Los Corazones, sobrina de Luis Carlos: no habló sino maravillas del mismo Jaime David; entonces, La Calle decidió ir a buscarlo hasta la pequeña planta de tratamiento de agua, que queda frente a la Inspección y al Puesto de Salud, pero el señor Jaime David no estaba. Se le preguntó por él a la enfermera que atravesaba la carretera central rumbo a su trabajo: “A esta hora, debe estar en el río”, respondió ella. “¿Y él siempre va allá?”, insistió el periodista. La profesional de la salud se detuvo, limpió con su toalla de mano las gotas de sudor que se le insinuaban en la frente y respondió con orgullo y admiración. “A diario”, dijo.

Efectivamente, una cuadrilla de varios voluntarios, reclutados, como siempre, por el
incansable señor Jaime Montillo, cortaban el tubo que las raíces del árbol de corazón fino, sembrado al lado, había tapado, lo que impedía que un sector del pueblo recibiera en sus casa el preciado líquido. Montillo Castilla nació hace 64 años en Los Corazones y le aprendió a Sacramento Díaz, el anterior administrador del acueducto, el oficio de lidiar a pulso limpio el mantenimiento de un acueducto artesanal construido por el gobierno nacional en 1982: es un sistema sencillo, donde se toma el agua en una bocatoma del río Guatapurí y se lleva por gravedad, sin tratar, a cada casa. Sacramento, entonces, como Jaime David, ahora, trabajó sin sueldo.

Luis Carlos Díaz

El señor Jaime David muestra con orgullo la cicatriz en su mano derecha, de una herida que se hizo hace 15 años, precisamente, en un trabajo como el de ese día: la tubería pasaba por la orilla de un cercado de alambre de púa. “Lástima que no tenga uno los recursos”, dice, con el cavador en las manos. Tiene razón. De unas 300 casas que hay en Los Corazones, “solamente, como 30 pagan los dos mil pesos mensuales por el servicio, que les llega a diario a todos”, cuenta. Y, aún así, el de este corregimiento es de los pocos sistemas de distribución de agua que se mantienen, gracias al coraje, empeño, amor y dedicación que este hombre le pone.

Los habitantes del pueblo lo quieren y lo respetan. Le agradecen su gallardía para sostener con las uñas un viejo acueducto como el de Los Corazones. Y ni siquiera en el verano más intenso, ninguno en el corregimiento sufrió por el agua. El mismo Jaime Montillo dice que la pequeña planta de tratamiento la hizo el alcalde Luis Ochoa en su primera administración, “hace treinta y pico de años. Y esta es la única que todavía funciona en todo el municipio”; obviamente, no alcanza para llevarle agua potable a todo el pueblo.

Cecilia Inés Díaz
En Los Corazones existe una junta para el acueducto, pero el alma de todo el proceso es, sin duda alguna, Jaime Montillo. “En verano, a todos los inspectores de los corregimientos de Valledupar, les toca solicitar carrotanques a Gestión del Riesgo, para que les surtan agua a la gente. En Los Corazones, gracias a Dios y al señor Jaime, nunca hemos tenido necesidad de eso”, dice la inspectora Cecilia Inés Díaz. “Sin duda, Jaime ha administrado bien esto: sobrevive, gracias al agua tratada que vende: a $500 la caneca”, dice el ex inspector Luis Carlos Díaz.

Jaime David Montillo Castilla acompañó a los periodistas de La Calle al regreso a la pequeña planta de tratamiento, después de terminar de arreglar el tubo averiado. Y les mostró el proceso de potabilización. “Esta agua es mejor que la de Valledupar”, asegura. “Con decirle que la gente de allá, que tiene casa campo aquí, cuando se van de regreso, vienen y compran varias canecas porque dicen que esta es superior”, concluye.

Publicada en el Semanario La Calle el 4 de junio de 2024

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