Por
Antonio Donado Tolosa, docente- investigador en la Universidad
Autónoma del Caribe
Cuando me invitan a conversar
de filosofía con jóvenes estudiantes, Kant siempre ha venido en mi auxilio. El
encanto de Kant es que nunca olvidó que la libertad para pensar tiene el costo
de evitar las ataduras de quienes detentan cualquier forma de poder, se armó de
paciencia y comprensión para ver cómo el favoritismo encumbraba mediocridades
por encima de sus méritos y trascendencia entre sus pares. Kant nace en 1724 y
muere en 1804, ambos sucesos en Konigsber, hoy ciudad al oriente de Alemania.
Entre esas dos fechas, Kant iluminó el firmamento intelectual con trabajos que
todavía hoy son referencias significativas para las ciencias humanas.
El plan de mi encuentro con
los estudiantes que asistieran al Café Filosófico que organiza la biblioteca Benjamín Sarta y el Departamento de
Humanidades, ambas áreas de la Universidad Autónoma del Caribe, giraba en torno
a tres ideas: la razón es una conquista de la especie humana; es tarea
prioritaria aprender a pensar y actuar racionalmente y tercero, sin conciencia
moral no tiene chance el pensamiento racional.
Kant contribuyó de manera
destacada a lo primero. A diferencia de Platón, que atribuía origen divino a
las ideas (alma, mundo, Dios), Kant las trató como objetos supremos de la
razón. En un tiempo donde la filosofía todavía era una auxiliar de la teología,
Kant consideró que era necesario separar las áreas, lo que no le impidió vivir
con dignidad su fe cristiana, y encauzar la investigación filosófica por los
caminos del conocimiento científico. Fue precisamente en esta labor que
encontró lo que consideró una iluminación: el verdadero conocimiento consiste
en ser una “síntesis a priori”.
Él pensó, y lo demostró, que
si lograba esclarecer la naturaleza de esa “síntesis a priori”, entonces era
posible resolver el problema del cómo y del por qué son posibles las ciencias
matemático- geométricas y la ciencia física.
(Puede ver un resumen de la charla filosófica en este vídeo:)
(Puede ver un resumen de la charla filosófica en este vídeo:)
Hoy las neurociencias que ven
los procesos cognitivos en tiempo real, entienden mejor a Kant. Es cierto que
el juicio que agrega algo nuevo al conocimiento es de la creación del sujeto, y
no es causado por el objeto en sí. Lo que afirmamos del objeto es realmente una
construcción cognitiva del sujeto.
De esta manera Kant nos
entregó la clave de la racionalidad científica, y mucho más. Su esfuerzo por
ayudarnos a comprender la relación esencial entre lo bueno, lo verdadero y lo
bello fue un reconocimiento al legado de los grandes filósofos griegos, en
especial Sócrates, Platón y Aristóteles. El vio que el ser humano no solo puede
alcanzar la “razón teorética”, sino que la razón humana también es capaz de una
“razón práctica”, con la que podemos educar nuestra voluntad e iluminar la
“acción moral”.
Es muy conocida su fórmula del
“imperativo categórico”:
“Actúa de modo que la máxima
de tu voluntad pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una
legislación universal”. Kant utilizó otra formulación con el mismo valor
lógico: “Actúa de tal modo que consideres a la humanidad, y a ti mismo como a
los otros, siempre como un fin en sí mismo y nunca como un simple medio”.