Por
John Acosta
Desde que inició este año,
he querido escribir este texto, pero las circunstancias inexorables del destino
siempre me lo impedían. El arranque más reciente lo tuve a principios de la semana
pasada, cuando fui a llevar a mi hija de ocho años al colegio y vi a sus
compañeritos sacando los pupitres para ver la clase afuera del salón, debajo
del frondoso árbol que queda al frente: habían hecho unos arreglos eléctricos y
no llegaba luz al aula. La ira, el sentimiento de culpa y la impotencia invadieron
mi ser, como ha pasado a lo largo de todo este año lectivo; sin embargo, no me
senté frente al computador, a pesar de que el problema duró hasta comienzos de
esta semana. Esta tarde, al ir por mis dos hijas al colegio, la menor me contó
que la alcaldesa iba mañana para este claustro educativo y, entonces, no pude aplazar más este desahogue
de emociones encontradas que me asfixiaban el alma de padre y aquí estoy,
dispuesto a contarle a la primera mandataria de la ciudad lo que padecen nuestros
hijos, los estudiantes de la muy insigne y noble Escuela Normal Superior La
Hacienda.


Por supuesto, la felicidad
no duró mucho: ni siquiera una semana. El viejo aire volvió a dañarse hasta el
sol de hoy.

Mi hija de 12 años está en
secundaria. Y en todo el año, no había visto la clase de Ética porque no había
profesor. Cuando veníamos de regreso a la casa, al escucharle a mi hija menor
que mañana iba la alcaldesa para el colegio, y me dije a mí mismo que, por mi
salud mental, no podía seguir posponiéndome esta confesión que me atormentaba,
le pregunté a la mayorcita si ya le habían solucionado ese problema. “Sí, papi,
se me había olvidado contarte, pero ya se lo había dicho a mi mami: hace tres
semana estoy recibiendo clases de Ética”, me respondió. ¡Y ya salen este
viernes! Es decir, ¡en todo el año, no vieron ni un mes de esta materia tan
vital!
Como si todo lo anterior
fuera poco, los estudiantes de la Escuela Normal Superior La Hacienda no han
podido ver la clase de Informática en la Sala de Sistema ¡porque los
computadores están dañados! ¿Es justo esto? En plena era de los avances
tecnológicos, el profesor debe facilitar este curso en forma teórica porque
¡los computadores no sirven desde hace tiempos!
La lista es larga, pero no
me alcanza el espacio. Sé que hora, con la visita de la alcaldesa,
repentinamente, reemplazarán bombillos que llevan semanas quemados, arreglarán
abanicos que hace tiempo dejaron de funcionar, limpiarán baños que los
muchachos dejaron de usar por sucios. ¿Y después de que se termine la visita de la
máxima autoridad municipal, qué? No hay derecho.
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He leído con mucho interés su carta, desgraciadamente no es un hecho aislado en este mundo. El sistema educativo mundial está en entredicho, por supuesto existen excepciones, tal y como he publicado en mi Blog, ejemplo: la educación en Finlandia.
ResponderBorrarEl interés universal es el de siempre, la educación pública debe ser de mala calidad en si misma, solamente la elite debe tener acceso al conocimiento, al discernimiento, aquellos que guiarán el mundo en el futuro. Los demás niños, esperan, serán mano de obra barata.
Por todo ello, querido amigo, no existe ninguna voluntad de arreglar nada. Véase la educación en España, en Chile por poner algunos ejemplos. Pero aquí en España, alumnos, padres, profesores, rectores de universidades, directores de colegios, filósofos, etc, unidos en movimientos sociales, hacemos frente a las tropelías de nuestro ministro de educación. Creo firmemente en los movimientos sociales y en las redes sociales y las comunidades virtuales para dar a conocer nuestros problemas y propuestas, unidos podremos cambiar las cosas.
Reciba mis más cordiales saludos,
Julia Echeverría
Consultora en E-Learning
educacionybiencomun.blogspot.com.es