Por John Acosta
El primer brote de alarma vino cuando la persona que me
recibió la denuncia, en la inspección de policía, me dijo que, últimamente,
eran muy frecuentes ese tipo de pérdida. “Esas placas ya no las están pegando
bien”, me dijo. El segundo campanazo de alerta me pegó en el momento en que el señor que me le tomó las improntas al carro,
en la Secretaría de Movilidad de Barranquilla, me confirmó la cuestión, sin
preguntárselo. “Le cuento que yo creo que esas placas ahora las pegan será con
moco”, dijo con una determinación sincera. “A cada rato, viene gente aquí para
lo mismo”, remató.