Jorge Senior Martínez, rector de Uniautónoma |
Imposible mantenerse al margen de la situación que atraviesa la Universidad Autónoma del Caribe. Después de las duras batallas que se dieron, compaginadas con la acción constante en la plazoleta de la universidad y los artículos que iban dando cuenta de lo realizado (y que siguen publicados en este blog como testimonio viviente que desnuda, incluso, el rostro de quienes hoy siguen enmascarándose como defensores), decidí dar un paso al costado cuando contribuí a lograr uno de los objetivos recientes: la salida del maloso rector Mauricio Javier Molinares Cañavera. Y me enclaustré a rehacer mi vida laboral, destrozada por mi enfrentamiento a Molinares Cañavera. Y hacerla lejos de mi hogar y de Barranquilla, donde la influencia de los amigos políticos de Mauricio Molinares hizo que se me cerraran todas las puertas en la muy querida Arenosa; sin embargo, el lunes pasado regresé a la universidad a buscar un certificado que necesitaba y la nostalgia me despertó el amor que dormía en mis entrañas. Y heme aquí, escribiendo otro artículo sobre la crisis impune que generó la mala administración de Ramsés Jonás Vargas Lamadrid.
Sólo quedan dos caminos: el altruista inversionista privado o la oficialización
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Los tristemente célebres Ramsés Vargas (izquierda) y Mauricio Molinares |
¿Por qué es casi imposible que llegue un inversionista privado?
La persona que se tire a un pozo donde existen unos cocodrilos hambrientos, dispuestos a disputarse la ansiada presa y despedazarla en el acto para tratar de calmar en algo su voraz apetito, es una suicida. El insensato que decida quitarse la vida puede escoger distintas formas de hacerlo: el ahorcamiento y el disparo en la cien es la más usada por estos seres martirizados; sin embargo, tirarse a un estante de agua atestado de gigantes e insaciables reptiles no será nunca una buena forma de matarse.
Y por más arriesgado que sea un inversionista privado, jamás se equipará con un suicida. El negociante analiza bien dónde pone a crecer su dinero. Y, obviamente, no lo hará en donde corre el riesgo de no obtener la ganancia requerida; por supuesto, la beligerancia obrera no es propiamente un atractivo para ningún capitalista, por más que tenga un elevado espíritu altruista. La hostilidad laboral se ve reflejada en sindicatos irreflexivos, que obedecen a otros intereses distintos al bienestar de sus afiliados: sólo reaccionan cuando ven amenazado el ego de sus principales dirigentes.
Nadie niega que la lucha sindical en la Universidad Autónoma del Caribe fue fundamental -no única- para contribuir a sacar a Ramsés Vargas y a Mauricio Molionares, dos nefastos rectores. Tampoco es un secreto que en la institución fueron naciendo nuevos sindicatos sin ningún objetivo distinto que lograr el fuero sindical para proteger a sus recientes fundadores, ante la necesidad de reducir la nómina por el bajo ingreso originado en la reducción drástica de estudiantes. Y hay que decirlo con la mayor honestidad y sin tapujos: no siempre estos dirigentes son eficientes trabajadores, que se volvieron peores con el seguro laboral del fuero recién adquirido. Se dice que se crearon unos 10 sindicatos, aunque quedan activos unos cinco.
Conozco y soy amigo de algunos dirigentes sindicales de la Universidad Autónoma del Caribe, aunque hace mucho que ya no hablamos por el destierro al que me sometió mi enfrentamiento con Molinares Cañavera. También otros que me odian por decir verdades como estas de este artículo. Estos últimos son los cocodrilos que alejan al inversionista privado.
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Entonces, la oficialización es el único camino
Sólo el estado, con la concertación de la Organización Internacional del Trabajo y el mismo ministerio del ramo en Colombia, puede ser capaz de coger el toro por los cachos y salvar a la Universidad Autónoma del Caribe. Hay un ejemplo claro y contundente: la Universidad del Atlántico, que, siendo pública, un contubernio entre políticos corruptos y sindicatos voraces la tenían al borde del cierre definitivo. Hasta que la mano férrea del gobierno central la salvó, la sacó a flote y hoy es un ejemplo de eficiencia.
Quedó demostrado que la mera intervención intermitente (dos años sí, tres o cuatro años no) no ha servido para salvar a una institución con más de medio siglo de historia académica en el Caribe colombiano. Se necesita, entonces, que el estado la tome definitivamente y la ponga a marchar con todas las de la ley.
Estimado John, pero de cuál Estado estamos hablando? Del de Petro? El rector actual --un ilustre desconocido-- viene con mas hambre de poder que los otros y lo que ha hecho es montar un fortin politico para enaltecer el ego de Petro y hacer una universidad ¡Dios nos salve! a su semejanza. Puede ser el canino, pero jamas el de volverla fortin politiquero para ligrarlo.
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