Por John Acosta
Rosa Edith González está loca por
comprarse una fileteadora. Su pasión por la modistería no se le apareció de
improviso. Por el contrario: todavía recuerda cuando llegaba de la escuela
pública con su uniforme de cuadros y su bolso kaki cargado de cuadernos rayados
de 100 hojas, y, al entrar a la casa, la primera imagen con que se topaba era
la de su madre refunfuñando con su vieja máquina de coser.