Por John Acosta
Se conocieron en la universidad. Entre el murmullo de estudiantes que deambulaban por los pasillos afanados por llegar a tiempo al inicio de la clase del día o, simplemente, comentando las últimas incidencias del curso, mientras llegaba la hora de asistir a la próxima lección. O entre la humarada de cigarrillos lanzada al mundo académico por los clientes eternos de la cafetería universitaria.
Siempre se vieron así: de lejos. Cada uno con las ansias propias de sus sueños de adolescentes, ocupados con el trajín de una carrera que exigía dedicación desde antes de ejercerla: la odontología.